Una cabeza de caballo creada por el tatuador Jan Mraz ocupando la totalidad de la parte frontal del muslo de una mujer, que se descompone en varios retazos de color.
Descomposición no demasiado profunda en la que se puede vislumbrar sin demasiado esfuerzo los rasgos de este equino, que recuerda a algunas de las obras de los artistas cubistas del pasado siglo.