Un hombre de negocios, al que el estrés o la pureza del café que estaba bebiendo, han provocado que su cabeza salte el mil pedazos, dejando en su lugar un rastro lleno de color.
Rastro que comienza a resbalar por todo el tatuaje realizado por la artista Candelaria Carballo y que sirve como contraste a las tristes ropas del desafortunado ejecutivo.