Unas manos un poco avejentadas, hechas por Jay Quarles del estudio Black 13 Tattoo, que portan un bonito rosario del que pende un pequeño crucifijo. Manos, que quizás le recuerden a su dueño o dueña a un ser querido o le sirvan para sentirse protegido ante la adversidad, dado que siempre habrá alguien que rece por su bienestar.