Un caramelo, muy típico en todas las celebraciones americanas de Halloween, al que en esta ocasión se ha querido dar un aire menos infantil, incorporándole unas alas de murciélago, ojos y una boca con forma de dientes de sierra.
Algo bastante simple, que no llama en exceso la atención y para el que no hay que estar durante horas en el salón de tatuaje.