La mitad de una flor, dibujada en la cara de un hombre, por el tatuador Mitch Allenden para tapar el pequeño espacio que quedaba entre otros anteriores.
Es precisamente esta razón, la que ha obligado al artista a echar mano de toda su pericia para crear este tatuaje coloreado en blanco y negro, sin tapar los otros que se encuentran alrededor.